La importancia de las relaciones interpersonales.
- Lucas Torrez
- 4 abr 2024
- 3 Min. de lectura
A lo largo de estos años en el consultorio y tambien en el ministerio, pude hablar con
distintas personas que sostenían una misma distorsión. Pensaban que seguir a Dios
significaba o una automática desconexión de las personas o menospreciar las relaciones
interpersonales. Esto conlleva una búsqueda de metas poco prácticas, lo que volvia muy
dificultoso llevar a cabo distintas actividades. Haciendo crecer el orgullo y la poca
renovación de pensamientos, lejos de lo que decían profesar. Pero convencidos de hacer lo
correcto. Aprender a disfrutar de las diferentes etapas es una de las lecciones más
importantes para obtener en nuestra vida. Cada día es único y es un regalo inmerecido.
Comprender que este camino se transita también rodeados de personas es igual de
importante. La manera en la cual podamos relacionarnos con nuestro entorno será clave
para alcanzar el propósito. De hecho el propósito incluye intencionalmente que estemos
vinculados a la familia. Nuestras capacidades se potencian cuando estamos conectados a
la fuente primeramente y a las diferentes partes del cuerpo que componen la iglesia,
después. Subestimar las relaciones interpersonales puede ser una expresión incluso de la
poca revelación que tenemos de Dios. Pablo conecta nuestras conversaciones con el
conocimiento de Cristo, y como en cada una de ellas debemos ser cuidadosos, estar alerta
en esta área. Las malas conversaciones tienen el potencial de corromper aquello de Cristo
que se ha formado en nosotros y en otros. Puede ser esa levadura que influye en el resto
de la masa. Es interesante como de un aspecto tan cotidiano como lo son las charlas diarias
que compartimos con otros, pueden afirmar o contaminar nuestro interior. También aún más
interesante es comprender que el contenido de nuestras conversaciones refleja lo que hay
en nuestro corazón. Damos lo que tenemos. Escuchando lo que hablamos tendremos un
diagnóstico de cómo estamos en la actualidad. Para ayudar a otros necesariamente
tenemos que pensar en lo que portamos primero. Muchas veces anhelamos ser de
influencia pero constantemente nos postergamos. Queremos hablar de Dios sin estar
hablando con Él. No podremos impactar a un sistema si en nuestro interior seguimos siendo
parte. Esto tiene que ser un llamado de advertencia, una invitación del rey a examinarnos.
No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad
debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo
digo.1 Corintios 15:33-34 RVR1960
Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes, y que por
medio de nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento. 2
Corintios 2:14 RVC
¿Qué podemos hacer?
Cambiemos nuestra manera de pensar, busquemos un nuevo contenido, nuevas rutinas que
potencien la actualización de pensamientos, No desconectemos lo teórico de lo práctico.
Corremos el riesgo de volvernos místicos sino entendemos que aunque no seamos del
mundo vivimos en el mundo. Necesitamos sabiduría para aprender a relacionarnos de
manera saludable con los demás. Nuestros intereses empiezan a cambiar cuando
reorganizamos las prioridades internamente. Invertir tiempo en profundizar nuestra relación
Dios nos va a traer frutos en aquello que estamos conversando. Somos responsables de
dar a conocerlo, nuestra vida esparce la fragancia del eterno. Portamos su esencia.
¿Nuestro entorno puede percibir ese aroma? Tomemos el desafío de ser personas que
asuman el rol que Dios nos ha asignado en esta sociedad. Seamos conscientes de la
importancia estratégica de nuestra vida en el entorno que habitamos. Cuidemos nuestras
conversaciones, en vez de corromper, construyamos. En vez de contaminar, traigamos el
antídoto. En vez de ser parte cómplice de la oscuridad con nuestras palabras, seamos luz.
Este es el tiempo en el que los hijos de Dios, sabiendo quienes son, sabran que decir y
hacer.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal
tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Lucas 6:45
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8
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